Delphos. Mariano Fortuny

Ubicación: Sala 9. Mariano Fortuny (1871-1949)

Cronología: 1910-1949

Los años veinte experimentaron una efervescencia cultural que, impulsada por las vanguardias artísticas, las transformaciones sociales y la progresiva emancipación de las mujeres, revoluciona el mundo de la moda. Tras el drama de la Primera Guerra Mundial se abre un periodo de optimismo y de confianza ante un futuro que se percibe moderno y rupturista. En Estados Unidos el éxito del automóvil, la popularidad del charlestón, el jazz y el fox-trot, la fascinación del cine, la proliferación de revistas especializadas, la difusión de la radio, la aparición de grandes espectáculos culturales (teatros, cabarets, cines y eventos deportivos)  y el desarrollo de la publicidad fomentaron un estilo de vida que rápidamente pasó a denominarse "American way of life" basado en el consumo de bienes (automóviles, teléfonos, electrodomésticos), gracias a la obtención de créditos y las ventas a plazos. Este optimismo, que en Estados Unidos impregnó a las clases altas y medias, sedujo rápidamente a Europa donde su incidencia se redujo a los sectores más acomodados que contaban con suficientes recursos para imitar el modo de vida americano. La Gran Depresión (1929) y el posterior estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939) ponen fin a una década que ha pasado a la Historia bajo el epígrafe de “los locos años 20”.

En esa década de profundos cambios, la moda experimenta una transformación revolucionaria debido en gran parte a la incorporación de las mujeres el mercado de trabajo. El corsé desaparece, la ropa se simplifica para dar más libertad de movimiento, las mujeres se cortan el pelo, y las faldas se acortan para dejar ver las rodillas. El cuerpo se libera de las ataduras y el movimiento se convierte en un elemento esencial del diseño de moda.

La emancipación de las mujeres dinamiza el vestuario y surgen líneas muy distintas adaptadas a cada momento del día. Se produce un contraste entre la moda simple y cómoda de día adecuada para la actividad laboral, con conjuntos de punto de chaqueta y falda, modelos de lana y jerséis, y una moda muy sofisticada con vestidos de muselina, seda y bordados diseñados para los eventos públicos de noche. Aunque el pantalón todavía no ha entrado masivamente en el guardarropa femenino, la ropa masculina inspira los trajes sastre de chaqueta y falda (Coco Chanel), y la vestimenta deportiva acerca cada vez más las prendas destinadas a hombres y mujeres. En este contexto de cambio y liberación surge el revolucionario Delphos de Mariano Fortuny.

El Delphos es un diseño constituido por un conjunto de dos piezas. La prenda principal es una  túnica plisada que imita en su forma al chitón jónico –un tipo de vestimenta griega-, y que con frecuencia se acompaña de una sobretúnica, igualmente plisada, que se puede considerar una reelaboración del tradicional manto o himation usado por las antiguas damas griegas sobre las túnicas. La fuente de inspiración de Fortuny es la indumentaria griega reproducida en las esculturas de korai (doncellas) del periodo arcaico griego como, por ejemplo, la Hera de Samos (c.570 a.C.), y la famosa escultura El aúriga de Delfos (c. 476 a.C.) del que toma el nombre.

 

Hera de Samos (c.570 a.C.)
Hera de Samos (c.570 a.C.)
Auriga de Delfos (c. 476 a.C.)
Auriga de Delfos (c. 476 a.C.)

 

Uno de los aspectos más llamativos de la prenda es el cadencioso y  sensual plisado-ondulado de la tela, único e inimitable, cuyo método de obtención fue patentado por Fortuny en 1909. La patente, que ofrece muy poca información, únicamente reseña que el plisado se consigue apretando y retorciendo con las manos las bandas de tela mojada hasta conseguir arrugarla en el sentido del largo de la misma para seguidamente llevar a cabo las ondulaciones horizontales.

Otro rasgo destacado del Delphos es su cromatismo. Fortuny, como pintor y grabador, amaba el color y en sus telas estampadas supo plasmar una deslumbrante gama cromática mediante el uso de tintes naturales de origen mineral u orgánico elaborados mediante fórmulas secretas extraídas de antiguos manuales, tratados sobre el arte de la tintorería, y de la tradición de los artesanos de la región del Véneto. Fortuny nunca reveló estas fórmulas y de ello se alimenta la leyenda del artista, según la cual, al día siguiente de su muerte, su viuda Henriette arrojó a las aguas de los canales de Venecia los colores elaborados por su marido, para que nadie pudiera imitarlos. A pesar de los numerosos análisis que se han efectuado de los tejidos, todavía no ha sido posible encontrar la fórmula de estos colores, por lo que la reproducción perfecta de los mismos no es aún posible.

El modelo Delphos es más que un simple vestido porque, con independencia de sus valores formales, es, como ha escrito Guillermo de Osma, la plasmación real de una utopía. La utopía perseguida por las voces que clamaban contra la tiranía de una moda que aprisionaba y deformaba los cuerpos y que pedían un vestido racional y moderno que no ocultase la belleza de las formas del cuerpo ni limitara su libertad de movimiento. Esta utopía, defendida por artistas vanguardistas como el pintor Leon Bask, diseñador de la mayoría de los vestuarios de los Ballets Rusos de Sergei Diaghilev, fue recogida por un artista como Fortuny educado en la tradición clásica. El Delphos constituye una respuesta moderna y revolucionaria que se lleva sobre el cuerpo como una segunda piel, liberando el cuerpo de de cualquier sujeción, potenciando sus movimientos y descubriendo su sensualidad. La liberación del cuerpo, frente a los corsés y cotillas, es el motivo por el que se convierte en un icono para las mujeres y especialmente para aquellas que activamente reclamaron la igualdad de las mujeres y que estaban por encima de las convenciones morales como Isadora Duncan, Eleonora Duse, Sara Bernhardt o Peggy Guggenheim.

 

Isadora Duncan y su hija
Isadora Duncan y su hija.
Natasha Rambova, actriz, directora, guionista y productora.
Natasha Rambova, actriz, directora, guionista y productora.
Vestidos Delphos en los años veinte.
Vestidos Delphos en los años veinte.

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