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Felipe II

Ubicación: Sala 56
Cronología: 1565
Técnica: Óleo
Soporte: Lienzo
Medidas: 88 cm x 72 cm
Escuela: Italiana
Tema: Retrato
Expuesto: Si
Procedencia: Colección Real

Sala 56
Sofonisba Anguissola es un buen ejemplo de la actividad profesional de las mujeres en el Renacimiento y de cómo la sociedad italiana de la época permitía y valoraba la pintura realizada por mujeres. Dado que en ese período histórico la enseñanza de la pintura y escultura se realizaba en el seno familiar y en los talleres de los artistas, las mujeres que ejercieron esta profesión solían ser hijas de pintores; sin embargo, en el caso de Sofonisba, su padre era un hombre de profunda convicción humanista que deseaba que sus hijas fuesen educadas en las artes.
Por tanto, podemos decir que Sofonisba Anguissola vivió y trabajó en un contexto más favorable a su deseo de ser mujer libre y pintora de primera categoría que lo que habrían permitido las rígidas prescripciones de género que se consolidaron en épocas posteriores.
Perteneciente a una noble familia de Cremona, fue educada en la pintura junto a sus cinco hermanas, tal y como recoge Vasari, que dejó constancia de su preparación tanto en la pintura como en el dibujo. Realizó retratos y, especialmente, autorretratos, en los que aparece leyendo, tocando algún instrumento musical o pintando. Es decir, se muestra a sí misma como sujeto creador frente a la tradicional imagen femenina como mero objeto de representación.
En 1559 fue invitada a la corte de Felipe II para impartir clases de dibujo y pintura a la reina Isabel de Valois, y continuó realizando retratos. Cuando falleció la reina, se casó con Fabrizio de Moncada, hermano del virrey de Sicilia, a donde se trasladó. Tras la muerte de su primer esposo, volvió a contraer matrimonio y vivió entre Génova y Palermo, sin renunciar a su apellido, lo cual revela su carácter libre y seguro de sí misma. En esta última ciudad la visitó Anton van Dyck en 1624, retratándola en su cuaderno de viaje y anotando una edad de noventa y seis años.
Este retrato de Felipe II ilustra un fenómeno bastante repetido a lo largo de la historia: la atribución de obras ejecutadas por mujeres a varones coetáneos, borrando la fama que ellas habían alcanzado. Esta obra estuvo atribuida durante largo tiempo a Juan Pantoja de la Cruz, y así aparecía inventariada en el Alcázar de Madrid en 1686. En los últimos tiempos se ha señalado su semejanza estilística con otras obras de Sofonisba, devolviéndosele su autoría.