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La familia de Felipe V
Ubicación: Sala 39. [P2283]
Cronología: 1743
Técnica: Óleo
Soporte: Lienzo
Medidas: 408 cm x 520 cm
Escuela: Francesa
Tema: Retrato
Procedencia: Colección Real (Furriera de la Reina-Casa del marqués de Bédmar, 1748, nº 230; Palacio Real del Buen Retiro, Madrid, piezas que siguen al Casón, 1772, [s.n.]; Buen Retiro, 1794, nº 371).

El cuadro que contemplamos, obra de Louis-Michel van Loo, que fue pintor de la corte española entre 1737 y 1752, tiene el valor de reunir a tres mujeres que ocuparon el trono como consortes y ejercieron, al menos dos de ellas, una poderosa influencia: Isabel de Farnesio, Bárbara de Braganza y Mª Amalia de Sajonia.
En este retrato familiar, que rompe con los modelos anteriores a muchos niveles, Felipe V, el rey que inaugura la dinastía Borbón en España en 1700 tras la ausencia de sucesión directa de Carlos II, exhibe una familia que garantiza, por el número de hijos, la sucesión masculina. Su segunda esposa, Isabel de Farnesio, ocupa el centro de la imagen. Su posición, gesto y mirada, de frente y segura, parece indicar que se siente realmente así: el centro en torno al que todo gira. Tenía motivos; inteligente y bien preparada, su llegada a la corte cambió la relación de fuerzas al conseguir expulsar a la poderosa Princesa de los Ursinos, que ejercía gran influencia sobre el monarca, y se implicó directamente en la actividad de gobierno.
La actitud y favor del rey facilitó su intervención en asuntos de política nacional e internacional, especialmente en el segundo reinado de Felipe V tras la muerte de su hijo Luis I, periodo en el que Isabel, dada la debilidad del rey, asumió todas las funciones reales. La recuperación de la influencia española en Italia y situar a sus hijos al frente de estados italianos fueron sus objetivos cumplidos. A la muerte de Fernando VI, sin descendencia, volvió al poder, como reina gobernadora, hasta la llegada desde Nápoles del nuevo rey: su hijo Carlos III. La política y las artes fueron sus dos pasiones y tuvo oportunidades excepcionales para dedicarse a ellas. Su riquísima colección de pintura y escultura podemos disfrutarla aquí, en el Museo del Prado.
Isabel de Farnesio fue muy criticada en su tiempo por su intervencionismo político, su ascendencia sobre el rey, su carácter dominante y su poder. Con su actitud y comportamiento, rompía el modelo deseado de mujer discreta, piadosa y obediente que se debía esperar según los discursos dominantes.
Bárbara de Braganza fue la esposa de Fernando VI. Mujer de gran cultura -hablaba seis idiomas- y amante de la música, fue el modelo utilizado por el ilustrado Jerónimo Feijoo para apoyar la falsedad de las tesis sobre la inferioridad femenina en su Discurso sobre la defensa de las mujeres. Protectora del compositor Scarlatti y del cantante Farinelli, fundó el Convento de la Visitación de Nuestra Señora, en Madrid, también llamado Convento de las Salesas Reales, para colegio y residencia de mujeres jóvenes de la nobleza. Por decisión de Fernando VI, en su capilla reposan los restos del matrimonio, ya que el rey no quiso separarse de ella al no poder ser enterrada en el Panteón Real de El Escorial por no haber dado un heredero, función principal de una reina.
La esposa de Carlos III, Mª Amalia de Sajonia, introdujo en España la costumbre napolitana de los belenes. Fallecida apenas dos años después de su llegada a nuestro país, Carlos III no volvió a casarse, recurriendo a su madre Isabel de Farnesio, y cuando esta falleció a la Princesa de Asturias, para cumplir las funciones que la corte y el protocolo exigían. Las mujeres eran piezas fundamentales de y para la monarquía, más allá de su función como madres o como instrumento político de intercambio en las relaciones internacionales.